Cambiar el mundo
Despierta en mí una idea de cambio, de mejora,
de hacernos ver el mundo como pocos lo mencionan.
Despierta en mí una idea como a
Karl Marx
y dejo de interpretar el mundo para empezarlo a cambiar.
Porque todo lo que nos rodea puede estar mejor,
intento atraer las miradas de la gente,
por eso escribo todo esto a modo de canción,
porque muchos prefieren eso a escuchar al presidente.
Que suerte, no te falta de nada,
tienes casa, tres coches y mansión adosada,
no te falta pan para mojar en la ensalada
mientras muchos otros dan pena de mirarlos a la cara.
Tú tranquilo que si un día te arrepientes
contratas a un jardinero negro para creerte buena gente.
Y aunque creas que así se acaba el problema,
te equivocas porque ahora estalla una guerra entre Coreas.
Y no, la culpa no es tuya ni mía, no es de nadie,
es de todos y no ponemos de nuestra parte.
Quien sea libre de pecados que tire la primera piedra
y aquí estoy yo, un pecador que a piedras prueba a ver si os despierta.
Este tema es constante y nunca va a mejor
porque ninguno de los ricos imaginó ser pobre.
Esos gritos de socorro no se escuchan ahora, no
y si lo hacen me compraré unos tapones con lo que me sobre.
Vemos doble ebrios de nuestro poder
y encima nos quejamos porque nos faltan bienes.
La ley del más fuerte pasó a la ley del más tener
y admiro al que vive feliz cuando menos tiene.
Que suene, que pocos escucharon la voz
de un planeta Tierra que pide un cambio a mejor,
de unos hombres que se alzan gritando por ese cambio
y unos niños de color que agradecen la ayuda de un hombre blanco.
Ese vecino del banco, no el de los banqueros,
si no el que duerme en el parque y no se ducha hace meses,
aquella mujer descalza que pide sentada en el suelo
para darle de comer a sus hijos migajas de pan y nueces.
¿Cuántas veces, cuántos miles de anuncios, cuántas canciones
hacen falta para abrir tu corazón y que te emociones?
¿Cuántas muertes por hambre más hacen falta
para darnos cuenta de que el mundo va mal y no cambia?
Carlos Atienza Cuenca