LAS COSAS CLARAS
Las cosas claras, chocolate espeso,
midamos la chica al peso,
unos en sujetador,
otros en mejores besos.
Algunos prefieren a las que están en los huesos,
despreciando el grueso,
amantes de las líneas rectas y no de las curvas de ensueño,
haciendo que chicas no coman por una obsesión.
El ideal romántico trata de chicas inútiles,
frágiles y bobas, de comentarios sutiles.
La chica de la torre esperando a ser rescatada
a su vera escaleras que no quieren ser bajadas.
Luego está el opuesto a esto, el “protesto”
y luego apesto, la enemiga del apuesto,
demandante de igualdad.
Ciegas por la ira y la mentira, chicas sin humildad,
pues es justicia lo que hay que buscar, nada más.
Las que exigen diputadas mínimo sean la mitad
consultando la entrepierna antes que la capacidad
y así nos va, somos el “hombre opresor” por ayudar
a subir unas cajas “burlándonos de su debilidad”.
Aún no acaba, ahora soy el cura aquel
que hizo un voto de pobreza y gana más que un empresario al
mes,
el hombre que echó a un mendigo de la puerta de su iglesia
y al final de la misa pasa la cesta para las ofrendas.
No se ofendan, no todo el mundo es así, creo,
pero solemos destacar lo malo, despreciar lo feo.
En unos colegios te cae la de Dios por ser ateo,
en otros no creen en nada, tras la muerte no hay trofeo.
Traje y corbata, cojo un maletín ahora soy político
y trato de haceros creer que vuestro beneficio
me importa, todo lo que me aportas es tu voto
y mentiré para ganar millones y robaros un poco.
Me río de ustedes, pues llevamos siglos haciendo lo mismo,
ahora os dejamos protestar pero aun así seremos ricos.
No nos preocupa España, lo nuestro no es el patriotismo
aunque así nos vendamos en el eslogan del partido.
Habiendo estos problemas nos preocupa más que la bandera sea
tricolor o bicolor, ¿y qué más da mientras sea justo el sistema? Importa más la
vida amorosa de aquella famosa que ha defraudado a Hacienda y para otros la
multa es tremenda.
Y lo mejor es que sin nosotros no son nadie y aun así nos
hacen creer que somos nosotros los que necesitan a un hombre que no ama a su
mujer, un cura que no ama a su Dios y a un señor contratado para arreglar el
país, pero que va a cobrar de por vida aunque lo deje peor.
Carlos Atienza Cuenca
