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martes, 30 de abril de 2013

SALDREMOS DE ESTA -Carlos Atienza Cuenca

La vida se complica, cada día, cada noche.
La vida se cae, con un soplo, con un roze.
La vida se acaba, cada lunes, cada martes.
La vida se esconde cada vez que vuelve tarde.

La vida no es triste si no quieres, si no quiero.
Ya tengo bastante con tener que echar de menos.
La vida es divertida, es un juego, es una fiesta.
Y yo cojo mis cartas y apuesto que saldremos de esta.

La vida es compartida con los que te dan la vida.
La vida no te encierra, siempre deja una salida.
La vida te muerde a veces para despertarte.
Qué bella es la vida cuando hay ganas de besarte.

Es un arte, la vida es un cuadro bien pintado,
con una sonrisa que llega de lado a lado.
La vida es suma, multiplica, nunca resta.
Y puedo calcular sin duda que saldremos de esta.

Una apuesta, un cálculo, una bola, un oráculo.
Un camino, un destino, la distancia es un obstáculo.
Un pianista, una cena, estar contigo es lo que pido.
Saldremos de esta si nos mantenemos unidos.

*EL LIBRO* CAPÍTULO 5 -Carlos Atienza Cuenca-

Bueno, se están introduciendo personajes en la obra, lo cual exige una serie de nombres para que la lectura no se vuelva difícil de entender. Hasta ahora debéis saber que el protagonista se llama Gonzalo, su compañero de piso, Miguel y la chica se llama Miranda. El resto de los personajes se irán presentando durante el relato.
Espero que disfrutéis de este quinto capítulo que os dejo abajo. Gracias.



CAPÍTULO 5

El hombre entre las sombras mostró su rostro exponiéndolo a la luz de una pequeña lámpara que colgaba del techo. Era un señor mayor, aproximadamente unos 40 años rozando los 50, tenía una mirada un tanto perturbadora y sostenía en la mano una especie de arma blanca corta, como un cuchillo de cocina. Su nombre era Isaac y su pelo era blanco y tenía una especie de cicatriz que le surcaba la cara desde el extremo derecho del labio hasta la barbilla. Era un tanto tétrico su aspecto, al contrario que el de Miranda, que a ojos de nuestro “héroe” era cada vez más hermosa.

El anciano inspeccionó al protagonista con gran interés y después tomó los libros aún polvorientos. Empezó a leer mientras sonreía y preguntaba “¿dónde los has encontrado, son tuyos?”. Gonzalo contestó que los había recibido como herencia y tras la mentira Isaac le abrazó y exclamó  “¡benditos sean los ojos, eres de quien habló André, tú puedes salvarnos, no está todo perdido!”

A cada palabra de aquel hombre nuestro chico se sentía más y más confuso, ¿quién era ese tal André, nombre que no había oído en la vida, y por qué habló de él? O más correctamente, del antiguo propietario de los libros. Quizás no debió mentirle sobre la pertenencia de aquellos escritos, pero tenía miedo a que se los arrebatara y jamás pudiera hacerse con los poderes que tanto ansiaba. Además, aquella familia tenía “ya no tan extrañas” capacidades, ¿quién sabe cómo reaccionarían ante una decepción? Sea como sea, Gonzalo decidió continuar con su piadosa mentira que, avanzados en la historia, se convertiría en un problema.

“Los demás estarán al llegar”, dijo el anciano mientras ofrecía asiento a su nuevo invitado. “Los gemelos suelen ser puntuales y ya es casi la hora de cenar, durante la cena hablaremos mejor.”

El chico no podía entender nada. Las palabras de aquel hombre, aquella extraña habitación, el anuncio de más poseedores de esos dones… Todo iba demasiado rápido desde su punto de vista y eso le preocupaba porque aún era solo un chico sin habilidades y con ganas de aprender. Todos estos pensamientos fueron interrumpidos con el ruido de los ladrillos volviéndose a desmontar. “Ya están aquí”, pronunciaba Isaac, “te gustarán, son muy habilidosos en lo suyo”.

lunes, 29 de abril de 2013

*EL LIBRO* CAPÍTULO 4 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 4

No sabía qué decir, se limitó a aceptar el sobre de azúcar, abrirlo y dejar caer los granos de azúcar sobre su lengua. Y en un intento inútil pretendió levantar la pequeña bolsa de la palma de su mano con la mente, logrando simplemente un agudo y momentáneo dolor de cabeza. La chica rió con el gesto de agrio del estudiante y le mostró sus capacidades haciendo que la bolsa de papel se metiera en el bolsillo de su camisa.

Acto seguido le preguntó cuál era su especialidad y el chico respondió que no lo sabía, que aún estaba aprendiendo y por eso llevaba los libros en la mochila. La sonrisa de la mujer iba de lado a lado cuando oyó eso, y sus ojos brillaban en un negro intenso, como si de una noche estrellada se tratara. Él no entendía esa reacción y se apartó de ella, que se acercaba lentamente diciendo “lo he encontrado” repetidas veces.

En un intento por escapar de nuestro protagonista, la chica sacó una piruleta, se la metió en la boca y liberó una gran fuerza, elevando sus cabellos oscuros y arrastrando del pie al asustado chico. Todo le parecía increíble y le aterraba a la vez. Se vio secuestrado por esa fuerza que tiró de él hasta el final del callejón donde podía visualizar a duras penas el marco de una puerta, pegado a la pared de ladrillos donde había un extraño hueco, redondo, del tamaño de una moneda. Sin dejar de lamer la piruleta, la poderosa chica se arrancó un colgante en el que llevaba exactamente eso, una moneda, de aspecto antiguo y que colocó en el hueco de la pared, que se abrió desmontándose ladrillo por ladrillo, ella sola, como si alguien la manipulara con la mente; claro que eso al protagonista ya no extrañaba.

Al terminar de abrirse y entrar ambos en una habitación de unos nueve metros cuadrados, la chica gritó de manera amistosa mientras soltaba al asombrado chico, “papá, ya estoy en casa”. Una sombra surgía de una de las esquinas oscuras de la habitación, acompañada de una voz grave y misteriosa que decía, “hija mía, ¿cuántas veces tendré que decirte que cierres la puerta tras entrar”. La joven, que al parecer era hija de aquel hombre del que desconocía el rostro, cerró los ojos y usando la telequinesia hizo que los ladrillos se colocaran en la posición inicial mientras decía, “lo he encontrado padre, aún hay esperanzas”.

domingo, 28 de abril de 2013

*EL LIBRO* CAPÍTULO 3 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 3

No le faltó tiempo a nuestro personaje para coger el primer autobús que le dejara cerca de la biblioteca de la ciudad. Una vez allí, se aventuró a entrar en la sección de “sucesos paranormales” donde encontró a una serie de personas de estilo un tanto gótico que disfrutaban de la lectura en silencio, con una sonrisa de satisfacción que a ojos de los demás era espeluznante.

El chico andaba rápido y nervioso, cosa poco normal en su naturaleza hasta entonces tranquila y observadora, cuando tropezó con una chica delgada de pelo negro que aparentaba su edad y que medía aproximadamente veinte centímetros menos que el inquieto estudiante. Al chocar cayeron los desusados libros pero, cómo iba a ser, la maleta estaba cerrada, la fuerza que los tiró no fue el pequeño tropiezo, fue otra, como si la mochila se hubiese abierto en la caída y los libros hubieran hecho el esfuerzo de escapar de ella. Nuestro protagonista tenía de nuevo esa sensación previa a lo sucedido en la avenida, ese presentimiento se alzaba de nuevo en su mente y lo volvía a dejar sin palabras ni uso de razón.

La chica se le quedó mirando, cogió sus libros, leyó el título y gritó, lo cual molestó al grupo semi-diabólico de alrededor. Aterrada la joven se levantó y tirando de nuestro hombre y con sus libros en la mano, salieron de aquella biblioteca corriendo y no pararon hasta llegar a un callejón.

 Cuando volvió en sí y se vio en esa situación, con aquella extraña chica leyendo sus preciados libros, se abalanzó sobre ella pero para su sorpresa algo le empujó hacia atrás volviéndolo a dejar en el suelo, la misma extraña fuerza que tiró los libros, el mismo presentimiento otra vez pero en esta ocasión le dejaba pensar y seguía consciente. Cuando se levantó quiso saber qué era aquella fuerza. La chica respondió claro, “telequinesia”, y le mostró la página de su libro donde se mostraba esta habilidad. “La telequinesia…”

“La telequinesia es una habilidad mental por la que podemos hacer de nuestra mente, una extremidad invisible, extensible y potente si se trabaja. La telequinesia se encuentra en debate entre magia y mente, es difícil de entrenar y requiere un gran uso de glucosa por parte de la telequinesia mental. Si se realiza a partir de la magia el único inconveniente es la efectividad, ya que costará más controlar a la perfección este arte a partir de esa rama. La telequinesia no ha sido detectada en nadie ya que al contrario de la levitación, sus efectos no pueden atribuirse al artista y se les suele atribuir a simples fenómenos de la naturaleza.”

El texto asustaba al chico, no sabía si la telequinesia era un mecanismo de defensa de los libros o estaba siendo usada por aquella delgada chica. En ese momento, la extraña individua sacó dos sobres de azúcar que suelen ir acompañando al café en los bares y le ofreció uno. Entonces nuestro “héroe” se quedó callado, había encontrado a otra erudita de estas artes, su interés por ella crecía.

sábado, 27 de abril de 2013

*EL LIBRO* CAPÍTULO 2 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 2

Una vez en casa, más tarde de lo habitual, el chico deja caer en la entrada su mochila, cierra la puerta sin fuerzas y anda hacia su habitación de forma cansada, como si viniese de correr una maratón desentrenado, sin saludar si quiera a su compañero de piso, que esperaba impaciente en la cocina para poder comer con su amigo. Al llegar a su habitación, se pone a investigar una serie de libros que guarda en la parte de arriba de la estantería de su habitación. Los libros pertenecían al antiguo alquilado y por lo visto, el dueño del piso, no los vio y no los quitó de en medio. El título de los libros era “Misterios y curiosidades sobre la alquimia y la magia”. El protagonista y su amigo nunca pensaron que le darían uso a esa “enciclopedia” de lo sobrenatural pero, tras lo ocurrido, pensó que era la oportunidad ideal de airear las páginas de aquellos misteriosos libros.

Su amigo seguía en la cocina, al ver que nuestro personaje no salía de su habitación decidió levantarse en su búsqueda. Le encontró sentado en su cama leyendo el primer volumen de la saga antes nombrada. Leía en voz baja las primeras palabras: “La levitación…”

“La levitación es un arte que muchos humanos han buscado dominar. Solo unos pocos mortales han podido encontrar una vía para levitar. Entre ellos, Santa Teresa de Jesús, una monja del Renacimiento que lo consiguió a través del éxtasis al que la llevaron sus oraciones. La levitación se desarrolla encontrando un estado de paz mental, dejando la mente en blanco, semejante al efecto de algunas drogas. Si se entrena, la levitación puede ser usada de manera en que se controle la consciencia mientras se levita. Algunos intentos de levitación pueden llevar a la muerte.”

El chico soltó el libro con espanto al oír a su amigo entrar en su habitación. Su lectura fue tan intensa que por un momento se sintió solo en la casa. Se levantó y junto con su compañero, el cual no paraba de preguntarle qué le sucedía, se fueron a la cocina a comer, tanto misterio le había abierto el apetito, un apetito voraz por el uso del arte sobrenatural ahora que había podido comprobar, aunque falto de testigos, que existe.

Al terminar de comer se levantó sin recoger ni un plato y se marchó. Su amigo le preguntaba a dónde iba, sin respuesta. Cogió su mochila, metió la saga de libros en ella y cerró la puerta de casa por fuera, dejando en ella su móvil, su dinero y su amistad. Bajando las escaleras solo pensaba en poder, tenía ansia por aprender, quería ser poderoso pero, todo poder trae consigo una responsabilidad, ahora la pregunta era si la asumiría o se volvería como muchos otros, en un monstruo.

*EL LIBRO* CAPÍTULO 1 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 1

Las cosas cambian, a decir verdad todo está continuamente cambiando, lo que pasa es que las cosas no suelen cambiar radicalmente y cuando lo hacen es cuando lo notamos, somos conscientes de ello y luchamos por adaptarnos o, algunos, peleamos por otro cambio porque lo vemos más justo o más cómodo.
Pues de cambios va la cosa. No muchas personas experimentan un giro completo en su vida. No todas pueden presumir de haberse topado con algo que les cambiara el rumbo corriente, que rompiera con sus rutinas como le sucedió a nuestro protagonista. Algo que estuvo en su mente durante mucho tiempo, quitándole las ganas de comer, menguándole las ganas de salir y ocupando lugar e impidiendo que pensara racionalmente, cambiando, como ya he dicho, su vida, la dirección del viento.

Dejémonos de decoraciones para hacer la “novela” más larga. El caso es que el chaval se disponía a coger el autobús que antes llegara a la parada en la que siempre espera para volver a casa. Pero cuando iba a sentarse en aquel incómodo banco al lado de esos típicos carteles que indican cuáles son los próximos autobuses y a donde se dirigen, se percató de que una extraña mujer estaba levitando a unos seis metros del suelo al otro lado de la avenida. La cara de la joven que no podía alcanzar los veinte años era como la del cuadro de “El grito” de Edvard Munch, una extraña mezcla entre asombro y dolor combinada con un indiscutible aire de éxtasis. Aunque la distancia no ayudaba era posible reconocer que la mujer que levitaba no controlaba lo que hacía, no estaba consciente.

En un instante, la mujer empezó a caer y a nuestro héroe no se le ocurrió otra cosa de cruzar la avenida corriendo, con todos los coches circulando, en un intento de coger a la chica. Intento que tras poner su propia vida en riesgo pero aun así saliendo ileso, fue en vano porque aquella extraña individua se había evaporado prácticamente en sus brazos antes de poder estrellarse o ser cogida, dejando un olor extraño que daba paz interior.

El chico estaba asombrado, no era capaz de explicar lo que acababa de suceder. Estaba de rodillas con los brazos extendidos y así se quedó desde que hizo el intento de coger a la chica y esta se evaporó, hasta unos minutos después de lo sucedido. Pensativo, confuso y apaciguado por el olor desprendido por la mujer, pensando todo lo que le había pasado pero al mismo tiempo, con la mente completamente en blanco. Ni si quiera había podido comprobar si alguien de la calle podría ser testigo y explicarle el por qué. Se limitó a volver a cruzar la avenida, con la mirada baja, ida; volver a sentarse en el incómodo banco y esperar la llegada del siguiente autobús, pues el que coge todos los días ya se habría ido.

Nuestro protagonista ya no era el mismo, parecerá exagerado pero tras aquello, no volvió a ser el mismo y las cosas que le sucederían en adelante no son, ni mucho menos, experiencias agradables o del todo lógicas, no son cosas que puedan explicarse con palabras pero que yo intentaré expresar de alguna manera, sin grandes decoraciones ni términos complejos. Estoy hablando, por decirlo de algún modo, de magia, pero no una magia que convierte ranas en príncipes o hace cumplir los sueños de los niños… Magia negra.

*EL LIBRO*, INTRODUCCIÓN -Carlos Atienza Cuenca-

Hola lectores, esta vez estoy haciendo algo distinto. Estoy escribiendo algo así como una especie de "novela" que aún no tiene ni título ni tema. Limítense a leerlo y comentadme si os gustó. Esta es solo la introducción, iré subiendo cada capítulo cuando esté terminado. Gracias por vuestro interés y espero que les  guste e incite a leer el siguiente capítulo.

PD: Habrá repeticiones de palabras como "el chico" porque los nombres de los personajes aun no están decididos.


INTRODUCCIÓN

Esta historia empieza como cualquier otra, con un personaje normal, en una ciudad normal, todo muy normal. Pues no, la… “gracia” de esta historia es que el chico no era normal, ¿sabéis de esas personas que se diferencian de las demás por sus ideas y su manera de hacer las cosas? Pues él era una de ellas. Era de esos que en vez de, no sé, mirar un suceso y almacenarlo en la memoria, lo analizaba, lo medía, lo comprendía e incluso a veces veía cosas que nadie era capaz de reconocer a simple vista. Hay gente que a ese tipo de personas tan detallistas las llaman vanguardistas; los más confiados, eruditos; y quizás, los más acertados, locos. Sea como fuere, el caso es que esta historia trata de ese chico, y lo más importante, de lo que le sucede un verano que dio un giro a su vida de aburrida a emocionante.

Sería muy poco apropiado empezar esta “novela” con un “todo empezó” o un “érase una vez” después de decir que su protagonista es raro. El comienzo tiene que ser raro también… En fin, la cosa no empieza, sino que nos encontramos en un caluroso Mayo de estos que dejan a la gente con la lengua fuera y en camiseta corta y pantalones finos y de colores claros. He de decir que el calor era exagerado y en el cielo no había ni una nube, que emigraron buscando algo de sombra y dudo que la encuentren. Aun así, no nos desviemos, era Mayo, hacía calor y el chico salía de la universidad de periodismo, por lo tanto, no podían ser más de las 2:00h. El chico salía del edificio de la universidad, rectangular,  de unos 3 pisos y de paredes grises, no muy alegres.

Al salir a la calurosa calle se puso a reflexionar sobre qué estaba haciendo con su vida y por qué, no le gustaba nada su rutina, siempre se aburría de las cosas repetitivas y por ello nunca había tenido una relación con una chica que durara más de un mes y le escaseaban amistades. De hecho, tenía un amigo, su compañero de piso, quizás la única persona de la que aún no se había hartado y con la cual pasaba el setenta por ciento del tiempo, mientras no estaba en la universidad o buscando algo de diversión en la calle por la noche.

A decir verdad, a ojos de este peculiar personaje, nada era igual esa tarde, algo le sucedía, sentía un presentimiento pero no quería darle importancia, prefería pensar en llegar a casa y llenar el estómago. Deseaba poder compartir el momento del almuerzo con su compañero de piso y preguntarle cómo le fue el día en la universidad de salud en la que su amigo estudiaba. Pero en ese momento, pasó algo que le impidió llegar a casa puntual y que concordaba con su anterior presentimiento.

jueves, 25 de abril de 2013

TE QUIERO -Carlos Atienza Cuenca-

Te quiero por encima del dinero,
por encima de peleas y numerosos duelos.
Por encima de los suelos y tocando el cielo,
con los dedos, sin miedo.

Te quiero y no puedo expresarlo si no es escrito,
no puedo mostrarlo si no es a besos,
no puedo tenerlo si no es contigo,
me sostiene más que mis propios huesos.

Te quiero, y si un día lo dudas, recuerda:
no concibo los besos que no son tuyos,
no escucho las risas que no son nuestras,
no puedo callarlo ni por orgullo,
no encuentro camino cuando me sueltas.

Te quiero.

martes, 9 de abril de 2013

NUNCA APRENDERÉ ( PADRE) -Carlos Atienza Cuenca-

Nunca aprenderé

Nunca aprenderé, no sé ver el peligro,
nunca me paré a pensar lo que he dicho,
nunca de verdad miré si tengo razón,
tan solo me limité a sacar lo que hay en mi corazón.

Ahora sé que no existe ayer,
que la vida no son lágrimas, son risas más bien,
que si hay un Dios no me quiere más que mi Padre
y que sin amor no se puede consolar a nadie.

Ahora sé que ese hombre que me ha visto crecer
no solo se limitó a mirar, me ayudó a madurar.
Ahora sé que aunque no sea premio Nóbel ni lo vaya a ser,
nadie lo superará, nadie podrá saber más.

Ahora miro a quien trabaja por mi pan como a Superman
sin saber si se lo podré agradecer jamás.
El que marcó mi personalidad cuando era un niño
sin saber nada de fútbol, siempre fue un padre distinto.

Ahora pinto con palabras las sonrisas
que nunca pude devolverle cuando me hacía cosquillas.

Ahora mira que he crecido y lo soporta,
pero nunca dejaré de ser un niño a sus ojos, no me importa.

Carlos Atienza Cuenca

domingo, 7 de abril de 2013

FELIZ SONRISA -Carlos Atienza Cuenca-

Feliz sonrisa

La vida se ríe de mí y ya aprendí
a sacarle los dientes, a ser feliz.
A que si un día la alegría faltara en el ambiente
yo podría ser la risa que se alza entre la gente.

Siempre fui de frente y aprende a romper obstáculos,
rompí un par de dientes pero sonrío fantástico.
No creo en catástrofes, no creo en lo drástico,
no creo en modelos con sonrisas de plástico.

Mi felicidad se basa en dos cosas,
en querer y en que me quieran, la vida es hermosa.
Nunca me veréis de alguien triste enamorarme,
la sonrisa de la chica es lo que la hace interesante.

Carlos Atienza Cuenca

CARTA 2 -Carlos Atienza Cuenca-

Carta 2

Llevo bastante tiempo sin escribir, algunos os habréis dado cuenta; otros, simplemente no entréis en el blog a menudo.
No quiero entrar en detalles de por qué no he escrito, solo quiero recordar que, si algo te gusta, no debe existir pereza alguna y, si crees que algo se te da bien, no dejes que se extinga la llama.
Con todo esto quiero dar las gracias a todos a los que les gusta lo que escribo y que, de manera más individual debido a la cercanía, me lo han hecho saber.
Yo tengo un proyecto al que me gusta llamar "sueño", un sueño que he dejado de lado unos meses, un tesoro al que por un tiempo he dejado de sacar brillo. Hoy escribo esta segunda carta para recordar lo que me ha recordado un comentario y un montón de cercanos míos, si hay algo que te gusta, si tienes un sueño, no lo dejes de lado; porque al final lo único que seguro se quedarán contigo siempre, son tus sueños.
Así acabo esta carta, muchas gracias al que la leyó y espero que sirva de algo.
Seguiré escribiendo, seguiré construyendo mi sueño.

Carlos Atienza Cuenca