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domingo, 28 de abril de 2013

*EL LIBRO* CAPÍTULO 3 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 3

No le faltó tiempo a nuestro personaje para coger el primer autobús que le dejara cerca de la biblioteca de la ciudad. Una vez allí, se aventuró a entrar en la sección de “sucesos paranormales” donde encontró a una serie de personas de estilo un tanto gótico que disfrutaban de la lectura en silencio, con una sonrisa de satisfacción que a ojos de los demás era espeluznante.

El chico andaba rápido y nervioso, cosa poco normal en su naturaleza hasta entonces tranquila y observadora, cuando tropezó con una chica delgada de pelo negro que aparentaba su edad y que medía aproximadamente veinte centímetros menos que el inquieto estudiante. Al chocar cayeron los desusados libros pero, cómo iba a ser, la maleta estaba cerrada, la fuerza que los tiró no fue el pequeño tropiezo, fue otra, como si la mochila se hubiese abierto en la caída y los libros hubieran hecho el esfuerzo de escapar de ella. Nuestro protagonista tenía de nuevo esa sensación previa a lo sucedido en la avenida, ese presentimiento se alzaba de nuevo en su mente y lo volvía a dejar sin palabras ni uso de razón.

La chica se le quedó mirando, cogió sus libros, leyó el título y gritó, lo cual molestó al grupo semi-diabólico de alrededor. Aterrada la joven se levantó y tirando de nuestro hombre y con sus libros en la mano, salieron de aquella biblioteca corriendo y no pararon hasta llegar a un callejón.

 Cuando volvió en sí y se vio en esa situación, con aquella extraña chica leyendo sus preciados libros, se abalanzó sobre ella pero para su sorpresa algo le empujó hacia atrás volviéndolo a dejar en el suelo, la misma extraña fuerza que tiró los libros, el mismo presentimiento otra vez pero en esta ocasión le dejaba pensar y seguía consciente. Cuando se levantó quiso saber qué era aquella fuerza. La chica respondió claro, “telequinesia”, y le mostró la página de su libro donde se mostraba esta habilidad. “La telequinesia…”

“La telequinesia es una habilidad mental por la que podemos hacer de nuestra mente, una extremidad invisible, extensible y potente si se trabaja. La telequinesia se encuentra en debate entre magia y mente, es difícil de entrenar y requiere un gran uso de glucosa por parte de la telequinesia mental. Si se realiza a partir de la magia el único inconveniente es la efectividad, ya que costará más controlar a la perfección este arte a partir de esa rama. La telequinesia no ha sido detectada en nadie ya que al contrario de la levitación, sus efectos no pueden atribuirse al artista y se les suele atribuir a simples fenómenos de la naturaleza.”

El texto asustaba al chico, no sabía si la telequinesia era un mecanismo de defensa de los libros o estaba siendo usada por aquella delgada chica. En ese momento, la extraña individua sacó dos sobres de azúcar que suelen ir acompañando al café en los bares y le ofreció uno. Entonces nuestro “héroe” se quedó callado, había encontrado a otra erudita de estas artes, su interés por ella crecía.

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