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domingo, 5 de mayo de 2013

*EL LIBRO* CAPÍTULO 11 -Carlos Atienza Cuenca-


CAPÍTULO 11

Llegaron al templo y dentro esperaba solitario un anciano de largas barbas blancas, con los ojos de color claro y mirada perdida, sin ningún punto exacto al que mirar, dando la sensación de que miraba en el interior de las cosas.

“Este es André, el mayor mago conocido en la Historia, recordado por sus inmensas batallas y por escribir los libros que posees. Acércate muchacho, pues a pesar de sus inmensos poderes no ha podido curarse la ceguera que tiene por culpa de un hechizo lanzado por el enemigo en la última de sus batallas”.

El chico hizo caso a las palabras de Isaac y dio dos pasos al frente para quedar delante de aquel hombre, a pocos centímetros de él. “Dime tu nombre chico…” dijo con potente voz André. “Gonzalo, señor”, respondió nervioso el chico. “Y… Tú eres quien va a salvar a este pueblo, ¿no es así?”, preguntó el anciano. “Haré todo lo que esté en mi mano, señor…” , respondió Gonzalo.

Entonces el poderoso mago le puso la mano sobre la cabeza y le dijo, “sí, sé que lo harás, ahora sé que podemos confiar en ti. Has sufrido grandes cambios desde que posees esos libros, chico… Algunos a peor y otros a mejor, pero opino que estás listo para aprender. Vas a pasar unos días aquí, en el templo, cuando acabes tu instrucción de ahora a 3 meses, serás una gran ayuda y podremos enfrentarnos al enemigo en igualdad de condiciones. Recuerda que mientras estés siendo enseñado deberás creer todo lo que yo diga y no poner en duda lo que veas. Solo así aceptaré ser tu maestro y solo así encontraras la forma de dominar la magia, que no es, ni mucho menos, algo fácil de creer”.

“No se preocupe, hasta ahora no he hecho más que toparme con cosas que no había leído ni en los más fantasiosos cuentos, ni soñado en los más profundos sueños, ni imaginado durante las más aburridas clases de matemáticas. No he conocido mundo más extraordinario ni he vivido días más extraños y curiosos. Jamás he sentido tanto y tan distinto en tan poco tiempo. Creo sinceramente que estoy preparado para esto, señor. Quiero aprender y proteger este pueblo y a sus habitantes porque nunca ningún lugar me había hecho sentir tan bien y sobre todo, nunca nadie había hecho que mi rutina fuese tan interesante”.

André rió a carcajadas, “vaya un chico sincero. Isaac, gracias por acompañarlo hasta aquí, me gustaría que el entrenamiento fuese totalmente en solitario, para una mayor concentración, puedes volver al cuarto de vigilancia”.

“Por supuesto, espero que os vaya bien, en 3 meses volveré y ordenaré que nadie entre a molestar. Buena suerte”, dijo Isaac mientras salía de aquel templo.

Ambos quedaron solos, se cerraron las puertas, esos 3 meses cambiarían por completo la vida de Gonzalo, de una manera u otra, aquí comenzaba la historia que lo convertiría en leyenda o en un criminal. Todo dependería de cual fuera su voluntad tras el entrenamiento, de a qué perteneciera su corazón.

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