CAPÍTULO 11
Llegaron al templo y dentro esperaba solitario un anciano de
largas barbas blancas, con los ojos de color claro y mirada perdida, sin ningún
punto exacto al que mirar, dando la sensación de que miraba en el interior de
las cosas.
“Este es André, el mayor mago conocido en la Historia,
recordado por sus inmensas batallas y por escribir los libros que posees.
Acércate muchacho, pues a pesar de sus inmensos poderes no ha podido curarse la
ceguera que tiene por culpa de un hechizo lanzado por el enemigo en la última
de sus batallas”.
El chico hizo caso a las palabras de Isaac y dio dos pasos
al frente para quedar delante de aquel hombre, a pocos centímetros de él. “Dime
tu nombre chico…” dijo con potente voz André. “Gonzalo, señor”, respondió
nervioso el chico. “Y… Tú eres quien va a salvar a este pueblo, ¿no es así?”,
preguntó el anciano. “Haré todo lo que esté en mi mano, señor…” , respondió
Gonzalo.
Entonces el poderoso mago le puso la mano sobre la cabeza y
le dijo, “sí, sé que lo harás, ahora sé que podemos confiar en ti. Has sufrido
grandes cambios desde que posees esos libros, chico… Algunos a peor y otros a
mejor, pero opino que estás listo para aprender. Vas a pasar unos días aquí, en
el templo, cuando acabes tu instrucción de ahora a 3 meses, serás una gran
ayuda y podremos enfrentarnos al enemigo en igualdad de condiciones. Recuerda que
mientras estés siendo enseñado deberás creer todo lo que yo diga y no poner en
duda lo que veas. Solo así aceptaré ser tu maestro y solo así encontraras la
forma de dominar la magia, que no es, ni mucho menos, algo fácil de creer”.
“No se preocupe, hasta ahora no he hecho más que toparme con
cosas que no había leído ni en los más fantasiosos cuentos, ni soñado en los
más profundos sueños, ni imaginado durante las más aburridas clases de
matemáticas. No he conocido mundo más extraordinario ni he vivido días más extraños
y curiosos. Jamás he sentido tanto y tan distinto en tan poco tiempo. Creo
sinceramente que estoy preparado para esto, señor. Quiero aprender y proteger
este pueblo y a sus habitantes porque nunca ningún lugar me había hecho sentir
tan bien y sobre todo, nunca nadie había hecho que mi rutina fuese tan
interesante”.
André rió a carcajadas, “vaya un chico sincero. Isaac,
gracias por acompañarlo hasta aquí, me gustaría que el entrenamiento fuese
totalmente en solitario, para una mayor concentración, puedes volver al cuarto
de vigilancia”.
“Por supuesto, espero que os vaya bien, en 3 meses volveré y
ordenaré que nadie entre a molestar. Buena suerte”, dijo Isaac mientras salía
de aquel templo.
Ambos quedaron solos, se cerraron las puertas, esos 3 meses
cambiarían por completo la vida de Gonzalo, de una manera u otra, aquí
comenzaba la historia que lo convertiría en leyenda o en un criminal. Todo
dependería de cual fuera su voluntad tras el entrenamiento, de a qué
perteneciera su corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario