CAPÍTULO 6
La puerta de ladrillos terminó de desmontarse y ahí estaban.
Dos personas, de aspecto parecido y misma altura. Misma sonrisa en sus caras y
mismo aire de felicidad y humildad. Gonzalo tenía la sospecha de que eran muy
buenas personas, la habitación parecía más alegre con su llegada.
“Chico, te presento a Daniel y Tomás, en breves te mostrarán
sus habilidades”, dijo Isaac. “Seguro que te impresiona el nivel que han
llegado a alcanzar, no es para menos habiendo recibido clases desde que eran
dos mocosos”.
En ese momento Daniel dio dos pasos al frente para acercarse
a nuestro protagonista y dijo con tono burlesco, “Gonzalo, ¿por qué no paras un
poco de pensar en Miri y me dejas ver lo que hay en tu mente?” Y rió mirando a
Miranda, que sonreía mientras nuestro chico se ponía rojo como un tomate. “¡Te
he dicho mil veces que si quieres abreviar mi nombre me llames Mir!”, exclamó
ella.
Tras esta broma el chico sin decir palabra se limitó a dejar
la mente en blanco como Daniel le había pedido. Entonces empezó a leerle la
mente, era un telépata, o como le llaman ellos, lector. La telepatía era un
arte muy útil, Gonzalo no podía esperar a llegar a aprenderlo. Daniel estaba
acabando pero entonces nuestro chico se dio cuenta de que había mentido y por
tanto él podría saberlo. Cuando Daniel se dio cuenta de que no paraba de pensar
en “no les digas que he mentido, por favor te lo pido” contactó con su mente
diciéndole, “¿a qué viene esto, piensas que puedes burlarte de nosotros?”,
Gonzalo pensó fuerte, “lo siento, de verdad, pero sea lo que sea para lo que me
necesitéis, quiero ayudar y quiero aprender de vuestros poderes, por favor,
quién sabe qué podrían hacerme si descubren que miento, por favor…”.
Tras las súplicas de nuestro héroe Daniel decidió “dejarle
la cabeza tranquila” y le susurró esta vez al oído, “no sabes en qué lío te has
metido…”. Al oír eso, el chico tragó saliva e imaginó lo peor. Sus
imaginaciones fueron interrumpidas por las palabras de Isaac, “bueno Tomás no
te quedes quieto, muéstrale al chico de qué estás hecho”.
Tomás dio esta vez un paso atrás, esto extrañó al
protagonista, ¿qué dominaría él?, ¿qué clase de poder mental tendría el placer
de contemplar? Gonzalo estaba impaciente. Había encontrado un grupo de personas
que rompían con su rutina. Personas sobrenaturales.
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